Creatividad Contra Inteligencia Artificial

Crisis Artística y la IA: Reflexión Personal

Llevo un mes en una crisis creativa. Había recuperado la ilusión gracias a mis nuevos conocimientos sobre IA para generar imágenes, pero ahora me dicen que eso va contra ser genuino y creativo. No lo entiendo. La IA me permite explorar mis mundos imaginarios y crear collages mezclando iconos y fantasías. ¿Qué tiene de malo? No se puede hacer una buena imagen sin un buen conocimiento de los prompts. Por supuesto, sigo necesitando las herramientas y programas tradicionales para dar el acabado o directamente generar mi idea original.

Estoy cansado de las críticas que aseguran que la IA va a acabar con el arte. Ya hemos oído demasiadas veces que el arte va a morir. La fotografía no mató la pintura, el cine no acabó con el teatro, y la música electrónica no suplantó a la clásica. La evolución de las herramientas siempre ha coexistido con las formas tradicionales, enriqueciéndolas.

Una encuesta reveló que el 78% de los creativos en España cree que la IA reduce tareas repetitivas, permitiendo que las mentes creativas se enfoquen en lo verdaderamente importante. ¿Y los fotógrafos? Sí, la IA puede parecer una amenaza, pero todavía necesitamos a los profesionales para lograr realismo en las imágenes. La IA puede ser una herramienta valiosa, ofreciendo inspiración y ayudando a crear moodboards.

Este enfoque híbrido es esencial. Herramientas como Midjourney, ChatGPT o Copilot son habituales en nuestro trabajo diario, pero no debemos olvidar nuestro propio valor como creativos. La IA no reemplaza la invención ni la genialidad humana. Esa inspiración es algo que una máquina nunca podrá replicar.

La IA no va a ser el fin del arte. Estoy hastiado de los discursos de la muerte del arte. La imaginación humana seguirá existiendo y se revalorizará ante la abundancia de lo artificial. Valoramos una obra de arte no solo por su apariencia, sino por la técnica, el esfuerzo y la emoción del artista. El arte humano siempre tendrá una profundidad y autenticidad que la IA no puede replicar.

En lugar de ver la IA como una amenaza, la veo como una compañera en el proceso creativo. Mi crisis me ha llevado a cuestionar muchas cosas, pero sé que la esencia creativa siempre encontrará su lugar. La IA puede ser un aliado. Juntos, artista y máquina, podemos crear un nuevo horizonte artístico donde lo humano y lo artificial coexistan y se nutran mutuamente.

Playmobil Senén

Yo Playmobil

Mi admiración, devoción y fetichismo por el mundo Playmobil no es ni curiosa ni extraña. Lo verdaderamente sorprendente es que, hasta hoy, no había sentido el impulso de indagar en profundidad sobre el origen de estas maravillosas figuras de plástico que han acompañado mi vida desde mi más tierna infancia. Los Playmobil nacieron en Alemania, en una empresa cuyo nombre no sería capaz de pronunciar: el grupo Brandstäter. Curiosamente, este grupo empresarial fabricaba los famosos hula hoop, además de otros juguetes. En 1971, la empresa decidió apostar por la creación de coches de juguete algo más pequeños de lo habitual, y también consideraron la importancia de añadir unos muñecos de plástico para personalizar los vehículos. Esta decisión, de la cual estoy agradecido, cambió el rumbo de la empresa y llenó de felicidad a muchas personas, como yo, que amamos los Playmobil. La figura que crearon terminó absorbiendo la idea inicial de los coches, y en 1974 se presentaron al mundo los Playmobil. Ni que decir tiene que fue un gran éxito, marcando el inicio de una era que convirtió a estos juguetes en los preferidos de niños y adultos desde finales de los setenta hasta la actualidad.

En 1982, un año estrechamente ligado a la figura de Naranjito, nacieron para mí los Playmobil. Fue concretamente al finalizar este maravilloso año cuando «ET el extraterrestre» arrasaba en taquilla. Durante una fría Navidad en la llanura manchega, me disponía a elegir unos regalos que posteriormente dejarían en casa los Reyes Magos, cuando vi mi primer muñeco con cara redonda, ojos de puntos y un flequillo como el filo de un serrucho. Desde ese momento, supe que mi objetivo era claro. Ni los tirones de mi padre hacia un súper helicóptero con mando a distancia, ni los de mi madre hacia un estuche de seis plantas con colores extravagantes, pudieron hacerme dudar. Yo quería esos muñecos sorprendentes: los indios, con sus caballos, el perrito, las cabañas… ¡Incluso había peces! Desde entonces, el universo Playmobil se convirtió en el regalo por excelencia en cumpleaños, Reyes Magos y Navidades. Y aún hoy en día, continúo añadiendo pequeñas adquisiciones indispensables para mí. La Pirámide de Playmobil, con Cleopatra, algún faraón, y los guardianes de los sarcófagos sagrados, no podían sino llenar mi estancia de color, vida y una sana nostalgia. Siempre me han gustado los Playmobil que evocan épocas pasadas, como la antigua Roma, los caballeros de la Edad Media y los piratas. Es curioso que, en mis cumpleaños de la treintena, siga recibiendo una figura de plástico, creada por Hans Beck, el jefe de desarrollo de la empresa alemana de nombre impronunciable. ¡Qué fuerte! Este hombre puede considerarse el padre de una saga ilimitada de figurillas eternas y fantásticas.

Podríamos hablar de muchas cosas sobre los Click, nombre que la empresa distribuidora de los Playmobil en España, Famosa, les dio. Esta empresa utilizó la marca Famobil para distribuir las famosas figuras. Entre los coleccionistas más puristas, las figurillas realizadas por la marca Famobil son muy apreciadas debido a que tienen una calidad muy similar a los Playmobil alemanes y se vendieron únicamente en España.

Para terminar, la imagen que acompaña a este artículo es un collage de algunos de los Click de mi siempre incompleta colección.